Uno de los principales organismos celulares que componen nuestro sistema inmune y que nos ayudan a mantenernos saludables son los basófilos, un tipo de glóbulos blancos presentes en la sangre, que intervienen en la generación de la respuesta inmune ante infecciones parasitarias y reacciones alérgicas.
Estos pequeños cumplen el papel de agentes protectores que luchan, junto con otras células, contra todas aquellas infecciones y lesiones que afectan a nuestro cuerpo, al promover la coagulación de la sangre.
Si bien resultan beneficiosos para nuestra salud, los basofilos pueden representar un problema grave si sus niveles en la sangre no se mantienen bajo control, especialmente si se ubican por encima del límite recomendado, dando como resultado una basofilia.
¿Qué significa tener basófilos altos?
En el caso de pacientes sanos, los basófilos corresponden entre el 0,01% y el 0,3% de volumen total de glóbulos blancos de la sangre. El reconteo de basófilos considerado regular suele dar como resultado entre 40 y 200/μL para los adultos y entre 0 y 640/μL para los recién nacidos.
Cuando un hemograma completo arroja niveles de basófilos altos, esto puede representar la existencia de enfermedades de las vías respiratorias, así como de infecciones y trastornos de la sangre.
Ahora bien, la basofilia es una condición que puede originarse de forma independiente, aunque por lo general suele indicar la presencia de una condición subyacente, como pueden ser las úlceras, la anemia y las enfermedades de tiroides, entre otras.
Puesto que se encargan de liberar histamina, los basófilos se relacionan con las respuestas corporales alérgicas e inflamatorias, así como con infecciones respiratorias como el asma, cuya presencia suele ser un indicador casi seguro de la basofilia.
Formas de controlar los basófilos altos
Para controlar la basofilia, primero es importante acudir al médico para que sea él quien determine el tratamiento a aplicar según la condición subyacente.
En los casos más delicados, como por ejemplo aquellos relacionados con el cáncer, puede que se requiera de un trasplante de médula ósea, mientras que en el caso de infecciones y problemas respiratorios, pueden aplicarse medicamentos antialérgicos y antibióticos, siempre que hayan sido recetados por un profesional de la salud.